Por muy bonito que sea o mucho cariño que le tengas, un sujetador que ya no sirve no te hace ningún favor ni a ti ni a la salud de tu pecho. Mientras algunos expertos recomiendan cambiar tu sujetador cada tres meses, yo soy más de prestar atención a si está haciendo bien o no su trabajo. Al fin y al cabo, no uso sujetador todos los días con lo cual alargo bastante la vida de los que ya tengo.
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Presta atención a las señales
Cuando algo ya no realiza su función, ¿por qué seguir teniéndolo con la idea de que algún día te hará falta? Si tu sujetador cumple uno o varios de los siguientes indicadores, ya le ha llegado su hora de pasar a mejor vida.
El sujetador está estirado
La capacidad de soporte de un sujetador viene, en mayor medida, de la banda. Si ésta pierde su elasticidad, el sujetador ya no puede cumplir bien su función. Del mismo modo, si los tirantes están flojos y te caen continuamente por mucho que los reajustes significa que a ese sujetador ya le llegó su hora.
Los aros se salen o están torcidos
Si tienes que reconstruir tu sujetador antes o después de ponértelo, tíralo. Ya no es la incomodidad o la pérdida de tiempo, sino evitar el dolor de que se te claven los aros o de que el pecho no esté bien recogido. El sujetador perfecto se adapta a ti, no tú a él.
No es cómodo cuando te lo pones
Un sujetador incómodo, que pica, que aprieta o que no te gusta sólo hace que te deprimas cada vez que lo ves. A menudo nos engañamos diciéndonos que algún día nos puede hacer falta, o que si nos lo ponemos más a menudo nos acostumbraremos. No hay necesidad de castigarse. La solución para esto es tirarlo sin remordimientos.
Llevar sujetador es una opción, pero no es una tortura. Si tienes dudas sobre cómo elegir un sujetador adecuado para ti, te invito a que leas este artículo sobre las cosas que tienes que tener en cuenta a la hora de comprar un nuevo sujetador que te encante.
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